martes, agosto 09, 2005

Para-metros

¿Cómo medir el grado de éxito o fracaso del proceso de desmovilización de los paramilitares? Esa es una pregunta altamente relevante, una que no puede ser inmune a cuestionamientos sobre la conveniencia del proceso a todo nivel más allá del de la moral y de la ética, sobre todo cuando se sabe que se trata de una desmovilización y entrega de armas por parte de los culpables de múltiples atrocidades no inferiores en barbaridad a las peores cometidas por las guerrillas.

Así las cosas, el proceso sigue rodando sin que todavía se haya logrado despejar el panorama tan controvertido y poco claro que lo rodea...

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Uno de los indicadores a verificar, más allá del número de arsenales y de combatientes que estén fuera de circulación por el momento, sería el cumplimiento del cese de hostilidades que desde hace ya un par de años anunciaron las AUC. Lamentablemente, todo indica que como mucho habría una reducción, pero nunca un cese, de sus diversas acciones violentas. Nada de ésto es nuevo, pero olvidarlo no ayuda a corregir el problema.

Al contrario, es necesario tomar correctivos, y en particular la misión de la OEA sigue necesitando muchísima más ayuda y presupuesto para ejercer sus debidas funciones. Sino, al fin y al cabo terminará siendo un ente observador pero no un activo participante en el proceso. Ojalá que su nuevo Secretario General realmente tome las medidas necesarias para lograr una mejor verificación.

Por el lado del gobierno nacional, al menos el nuevo Fiscal General, Mario Iguarán, parece ser mucho más receptivo ante algunas de las sugerencias y críticas que se le han hecho a diversos aspectos del proceso. Eso es bueno, porque no toda crítica es mala, así no sea presentada en los mejores términos. Sobre todo si sabemos que el ignorar esas críticas puede contribuir a que el proceso no llegue a ninguna parte (Si no es del extranjero, ¿de dónde va a venir toda la ayuda financiera y técnica que se sigue necesitando?).

En todo caso, la positiva actitud del Fiscal no es tan extraña, si se tiene en cuenta que, cuando fue viceministro de Justicia, el señor Iguarán fue quizás quien más intentó lograr una conciliación sobre la Ley de Justicia y Paz con la oposición y varios aliados del gobierno (como lo era entonces Rafael Pardo), y él mismo posteriormente ha sido capaz de explicar esa ley internacionalmente.

De esa forma, quizás si el Fiscal General logra mejorar la implementación de la ley, superando con creces el texto como tal y algunos de sus vacíos, es posible que sea mucho más rentable todo el proceso, en términos no sólo económicos sino también humanos y de orden público, para toda la sociedad. Incluyendo, claramente, al mismo gobierno.

Precisamente, ahora falta esperar a ver si otras instituciones gubernamentales siguen su ejemplo, o si seguimos con más de lo mismo, tratando de tapar el sol con un dedo.



sábado, agosto 06, 2005

El Regreso de los Tres Chiflados

Señoras y señores, con la colaboración de la BBC de Londres, ha llegado la hora de presentarles de nuevo, después de una temporada de ausencia, a tres de los más grandes payasos jamás conocidos en la historia de nuestro país...¡los Tres Chiflados, en transmisión en directo desde Irlanda!

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Bromas aparte, no hay mucho que decir acerca de éstos escapistas de circo que no se haya dicho antes, pero basta con señalar que ellos mismos dicen que "muchas personas en muchos países" les ayudaron a evadir a las autoridades y a la Interpol.

Y vaya, es curioso notar que al parecer pasaron en algún momento por Cuba y/o Venezuela, según se reporta que informó en su momento la misma prensa inglesa e internacional (y también en un par de ocasiones la colombiana). Al igual que durante su original paso por Colombia, no creo que haya sido un periplo con pasaportes válidos, ni que haya sido simplemente por visitar a sus abuelitas para darles regalitos.

Ahora lo que falta es esperar a ver cómo termina el último acto de ésta obra de teatro, porque sinceramente, si tenemos en cuenta que fue aquí en Colombia desde donde se les permitió escapar en primer lugar, no es muy alentador el que se les quiera extraditar hacia éste tragicómico país. Lo mejor sería que, si el Reino Unido los llega a capturar como ha declarado que hará en caso de que se encuentren bajo su jurisdicción, se quedaran allá en esas islas, purgando sus penas lejos de aquí.

¿Qué garantiza que no terminen otra vez en libertad, mediante una tutela o algo por el estilo que se logren rebuscar, si es que siquiera llegan a pisar suelo nacional? Así pasen otros meses más en la cárcel (ya pasaron por lo menos 34 antes de su ágil travesía), no existe ninguna garantía de que no se presente una situación similar, tarde que temprano. No es la primera vez que pasan cosas así en Colombia, país de tantas maravillas.

Al fin y al cabo, cualquier parecido entre la ficción y la realidad es pura coincidencia...



jueves, agosto 04, 2005

¿Qué es un Intercambio?


Ahora que con tantos altibajos se sigue hablando de las complejidades del llamado intercambio, sea de prisioneros o sea humanitario, valdría la pena preguntarse, ¿qué es lo que se entiende por "intercambio" a fin de cuentas?

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La definición más concreta que he encontrado del intercambio es la siguiente, proveniente de la economía: "Proceso mediante el cual una persona transfiere bienes o servicios a otra recibiendo, en contrapartida, otros bienes o servicios".

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Hasta ahí me parece que es razonable y muy lógica dicha definición. Claramente, los "bienes" a intercambiar entre el gobierno y las FARC serían seres humanos, los guerrilleros presos por los secuestrados, respectivamente, como si fueran simples mercancias. Aún así, hay más que decir al respecto, con implicaciones igual de lógicas, pero algo menos claras a primera vista.

También se afirma que "el intercambio puede darse en forma directa, mediante el trueque, o indirectamente, a través de una mercancía especial, el dinero, que sirve como medida del valor de las demás".

Hasta el momento, entonces, se entiende que lo que exige la guerrilla se trataría básicamente de un simple "trueque" directo. El otro intercambio que requiere de una mercancía especial (el dinero pagado como "rescate") es aquel que permanentemente ya está realizando ese grupo subversivo, sin necesidad de despejes. Con algunos leves contratiempos, hay que decirlo.

Pero sigamos con la línea que se desprende de la siguiente descripción: "lo esencial es que la mutua transferencia que se produce entre quienes intercambian sea libre y voluntaria, es decir, que esté guiada por el interés de cada uno...de otra forma se estaría frente a cualquier forma de pillaje o despojo".

Bueno...aquí ya se puso difícil la cosa. ¿Será que en nuestro caso es "libre y voluntaria" dicha transferencia? No, pues tiene un carácter claramente coercitivo y extorsivo. Pero indudablemente que está guida por "el interés de cada uno", porque las FARC quieren tener a sus cuadros de regreso a las filas, y los familiares quieren volver a ver a sus seres queridos secuestrados. Aunque es cierto que eso no es ningún tipo de un consuelo.

"Para que un individuo desee intercambiar algo que posee por lo que posee otra persona, es preciso que él valore más el bien que no posee que el que tiene efectivamente en su poder...si [el intercambio] es auténticamente libre y no compulsivo, debe resultar en un aumento de la utilidad de cada uno de los participantes: de otro modo no estarían interesados en intercambiar".

Ese es precisamente el punto principal que hasta ahora impide que se concrete un intercambio de semejante naturaleza. Las FARC, obviamente, valoran más a sus "compañeros" que a las víctimas que mantienen en su poder, porque creen que su reincorporación (y el despeje exigido como "garantía") será mucho más útil tanto política como militarmente que la carga que suponen algunos de los soldados y civiles "retenidos".

Pero el gobierno nacional piensa, con o sin razón, que el valor de los guerrilleros presos es bastante más alto que el de los secuestrados, porque se considera que las consecuencias negativas de liberar a los guerrilleros (y de realizar los despejes) serían potencialmente más grandes que las positivas que traería el retorno de algunos de los secuestrados a la libertad. Y por lo tanto, desde ese punto de vista, el gobierno quiere evitar caer en el mismo error de los indígenas, que durante los primeros contactos les daban oro y plata a los españoles a cambio de espejos y piedras de fantasía.

Ahí lo tienen, las verdades que encierra la economía sobre un asunto que, a simple vista, parece ser todo menos económico (a diferencia de la evidente naturaleza económica de las penurias que tienen que aguantar los "otros" secuestrados). Personalmente, todavía insisto en no compartir la posición del gobierno, porque creo que sí es posible, así igual siga siendo complicado, el comprender todo lo anterior y al mismo tiempo conseguir el dichoso "aumento de la utilidad", acaso no a corto plazo, pero sí a mediano o largo.

Mi consejo es que, si el gobierno quisiera ser un buen "negociante" o "regateador", quizás debería modificar su posición, para proponer algo más creativo, algo como ésto, que verdaderamente obligue a la guerrilla a tener el balón en su campo de juego en lugar de estar cómodamente a la ofensiva: "realizaremos la desmilitarización temporal de Pradera y Florida en el Valle del Cauca, pero a cambio de que la guerrilla se someta a una verificación internacional que compruebe que ellos, a su vez, tampoco militarizarán esa zona". Quién sabe si algo así funcione, pero es mejor que nada...


martes, agosto 02, 2005

Andrés el Embajador

Quién lo creyera, algo prácticamente imposible terminó por hacerse realidad. El ex-presidente Pastrana, tan enfrentado con el gobierno Uribe últimamente, decidió aceptar el ofrecimiento de llenar la nueva vacante de la embajada en Washington.

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Eso quiere decir, en pocas palabras, que Andrés (quien parecía estar condenado a intentar que el Partido Conservador sirviese para algo en el posible escenario de que no pudiera apoyar a Uribe en la reelección) ahora tendrá micrófono y pantalla garantizada para rato...sólo que, afortunadamente para todos, será desde lejos y no en los noticieros como en sus inicios.

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No es que quiera decir con eso que Andrés Pastrana haya sido el "peor presidente" de Colombia. Eso es un mito popular que nos gusta repetir, y que sirve de mucho para hablar en reuniones sociales o hasta en charlas pagadas, pero realmente no refleja demasiado nuestra realidad.

La difícil realidad fue que a Pastrana le tocó enfrentar un país casi arrodillado de facto ante la subversión a causa de lo que fue, finalmente, el desgobierno de Ernesto Samper (1994-1998), quien estaría más cerca de merecer tal "honroso" título (a pesar de que él también tuvo buenas intenciones, pero en eso se quedaron...puras intenciones).

Lo único que hizo Pastrana fue aplicar el protocolo necesario, sufriendo humillaciones públicas, mientras que, en buena medida detrás de las cámaras del Caguán, ejecutaba un "Plan B" y movía los hilos diplomáticos para "reconciliarnos" con Estados Unidos (un mal necesario; eso fue lo que llegó a ser el llamado Plan Colombia, en parte, pero también es rescatable una muy necesaria reestructuración de las Fuerzas Militares).

Partiendo desde ahí, el balance al llegar a 2002 no fue tan malo en comparación con el de 1998, y de hecho es muy cierto que, en más de una forma, Uribe está cosechando los frutos que Pastrana sembró en su momento, con todo y que tanto la opinión como los medios se le lanzaron (o mejor, le caímos, como se dice) encima como una verdadera jauría ("cría cuervos y te sacarán los ojos"). La "seguridad democrática" sería menos segura y menos democrática aún, a los ojos de los críticos, si Pastrana no hubiera hecho nada en absoluto.

Entonces lo que quiero decir es que, siendo sinceros, Pastrana como ex-presidente desde hace rato que no tenía nada serio que hacer aquí, en Colombia, fuera de asistir a foros y hacer alguna que otra declaración pública, enfrentándose con Uribe (y vice versa) una que otra vez (de ahí que llegó a caer en la "oposición", aunque nunca encontró eco real en ese campo). Pero en términos generales, nadie lo quería, y por eso sobraba más aquí que en su residencia de España.

Nadie le ponía realmente atención y seguramente no tendría mucho que hacer en un Partido Conservador casi totalmente uribizado (sin reelección, es posible que las cosas cambiaran, pero en ese caso tampoco tendría mucho éxito, ni electoral ni político. Un callejón sin salida).

Así las cosas, lo menos malo que le podría haber sucedido (si no quería seguir en la clandestinidad pública) era conseguir que Uribe lo nombrara para algún cargo, para que de alguna forma aprovechase su amigismo y dotes diplomáticas para endulzar los oídos de funcionarios extranjeros, aún a costa de sufrir algunos golpes menores que reduzcan su ya mínima popularidad. Cuando se toca fondo, sólo se puede ascender.

Y Uribe, por supuesto, también salió ganando, al quedar con un nuevo comunicador y defensor internacional (así no nos guste, la politiquería y la hipocresía es necesaria para las relaciones internacionales, y bastantes guerras se han evitado por esos medios), a cambio de apenas unos rumores de pasillo, que no durarán más de unas semanas.

Falta ver, por supuesto, qué tanto se aceptará el nombramiento en el exterior y, lo más importante, si Pastrana realmente se tomará en serio su nuevo cargo. Si hace las cosas bien, podría ganar mucho. Sino, pues no perderá nada, al fin y al cabo.




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