lunes, junio 13, 2005

Al Rojo Vivo


Ya hace varios días que ha aterrizado la noticia de la aclamación del ex-presidente y ex-secretario general de la OEA César Gaviria como nuevo jefe único de ese conjunto heterogéneo conocido como el Partido Liberal.
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Aunque, como lo van demostrando los hechos recientes, cada vez más se va imponiendo una línea única y homogénea, cada vez con menos disimulo: la de la oposición total al gobierno del presidente Uribe. Más allá del programa "socialdemócrata" anunciado y de los llamados a la "unidad", ese es el fondo del asunto.

Independientemente de lo que eso implique de por sí, ya se va aclarando que inclusive alguien como aquel ex-presidente, alguien que tanto ha sido (y será) criticado como "neoliberal" debido a la apertura económica que implementó en su momento, ahora tiene que aprenderse de memoria un discurso confrontacional y unilateral, si quiere obtener el favor de sus copartidarios.

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Al fin y al cabo, si Gaviria no hubiera utilizado el tono combativo y altisonante que empleó durante el II Congreso Liberal, tanto antes como después de su designación como jefe único, no hubiera podido sobreponerse a las resistencias y prevenciones que le tenían Horacio Serpa y otras personalidades. Si hasta lo empezaron a chiflar cuando llegó, pero terminó en medio de fuertes aplausos...

Por eso es que el mismo Serpa quedó tan complacido que aceptó que Gaviria lo había dejado "sin discurso", porque prácticamente dijo todo o casi todo lo que uno esperaría oír de aquel ex-ministro, ex-jefe único y ex-candidato en persona.

Curiosamente, quien ha quedado automarginado, quién sabe hasta cuándo, ha sido Enrique Peñalosa (a pesar de que siga circulando en los medios un novedoso comercial del Partido en el que admite que "la propiedad privada no es sagrada"), prácticamente por la simple razón de que no habría querido aceptar la oposición total a Uribe.

Quién sabe en qué estaría pensando el pobre Peñalosa, porque con esa posición no va a avanzar mucho dentro del Liberalismo oficialista, va quedar como la oveja negra, sin posibilidades de llegar a ser candidato presidencial para el 2006...a menos que de un día para otro quiera convertirse en el escudero número uno del Partido Liberal oposicionista, mediante una rápida metamorfosis similar a la de Gaviria (pero me imagino que le estará apostando al 2010, como mínimo...).

Todos sabemos que reclamar algo menos que eso sería ingenuo a éstas alturas pero, al menos formalmente, se suponía que el Partido Liberal debía seguir, por las órdenes de Serpa en persona, cuando éste partió para la embajada de la OEA, una línea de "colaboración constructiva con independencia crítica".

Pero, ¿cuándo se pudo ver algo eso? Habrá sido durante el primer año de gobierno, o como mucho en el 2002, porque ya para el 2003 el Partido ya se venía asumiendo en la práctica la misma actitud de oposición que hoy ya está oficialmente avalada.

Se dice, parcialmente con razón, que Uribe mismo fue quien produjo ese resultado al rechazar al Partido Liberal y pretender gobernar y reelegirse sin el apoyo de un partido propio (el Partido Conservador necesita más a Uribe que vice versa, no nos digamos mentiras), y aún así logró apropiarse de una mayoría de la "tajada" Liberal del Congreso.

Quizás la realidad sea precisamente que, en pocas palabras, el Liberalismo oficialista es una minoría que lucha por su superviviencia y eso obliga a tomar medidas políticas drásticas, al menos mientras electoralmente no se demuestre lo contrario el próximo año, sea en las elecciones parlamentarias o en las presidenciales.

Pero si, como ahora dice Gaviria, Uribe es un nuevo Rafael Núñez, un nuevo "Regenerador"...la cosa va a ser muy difícil. A diferencia de lo que concluyó Gaviria, Núñez sí que quiso perpetuarse en el poder: como disidente Liberal, fue reelegido tres veces, otra cosa es que terminó delegándole varios de sus mandatos a otros personajes, pero su nombre estaba en el tarjetón electoral (o como se llame lo que se utilizó en el siglo XIX). No sabemos si algo similar pase con el presidente Uribe, pero queda el antecendente histórico para que se reflexione al respecto.

Por ahora, habrá que tener cuidado para no quemarse con el aire caliente que desde ya está copando los espacios políticos y mediáticos, tanto de parte del Liberalismo como del Uribismo, porque ya los participantes prendieron sus motores y si la precampaña está que arde, quién sabe qué sucederá dentro de unos meses...




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