lunes, febrero 21, 2005

Regeneración y Catástrofe

¡Regeneración o Catástrofe!



Esa era la consigna del prócer Liberal Rafael Núñez durante la Regeneración que culminó (pero desgraciadamente no terminó) con la constitución de 1886...o más bien, la del Conservador Miguel Antonio Caro, vistos los resultados prácticos y a largo plazo de una de las constituciónes a la vez más fuertes pero más perjudiciales de nuestra historia.

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No, claro, no es que las constituciones por sí solas sean positivas o negativas para una nación. Si eso fuera así, entonces ya seríamos unos ángeles desde la constitución de 1991. De ella, por cierto, los ocuparé otro día...vamos por partes, como dice un mal chiste sobre Jack el Destripador.

Lo que las constituciones hacen es delinear unos objetivos y unas líneas ideológicas, unos límites, que se supone deben servir de guías para los gobernantes y para los ciudadanos, los que tienen la responsabilidad de ponerla en la práctica (o, por el contrario, de no hacerlo).

La ideología de la constitución de 1886 fue marcadamente conservadora, reaccionaria inclusive, como una forma de contrarrestar el caos en que el país estaba inmerso bajo el federalismo proclamado en 1863 en Rionegro (otra constitución para ángeles...o más bien, para arcángeles).

Regresó la cruz a las paredes, que nunca se había ido del todo, regresó el rey al vocabulario (o la reina regente María Cristina, más exactamente...claro, no podía regresar ella misma, pero le enviamos el Tesoro Quimbaya a modo de compensación...otro tema para profundizar en el futuro)y nos metimos en la senda, que por entonces era mundial, de intentar promover el nacionalismo.

O el racismo, que era casi lo mismo por entonces (y véan hasta dónde llego eso unas décadas después en la misma Europa). Como aquí lo más cercano a configurar alguna de las "razas superiores" era la "raza blanca", o "española", pues entonces el señor Miguel Antonio Caro nos iluminó, demostrando (o creyó hacerlo, más bien) que

Todo lo grande y valioso de la civilización ha sido producto del cristianismo y de España, el pueblo elegido providencialmente para llevar adelante la redención de la humanidad.

O algo por el estilo. Bien, se dió la coincidencia de que la misma España sufrió en carne propia una especie de crucifición metafórica (no sé si metafísica), de las manos de los Estados Unidos en 1898, también por aquellas épocas, quienes despojaron a España de su imperio, sólo para construir el suyo propio. O sea que la predicción del señor Caro como que no se cumplió...o depronto sí. No sé, los jueces son ustedes.

El caso...volviendo a nuestras latitudes, el proyecto Regenerador finalmente no consiguió ni restaurar de verdad al rey (España miraba hacia adentro por aquellos días), ni "blanquear" la raza del país, ni crear un verdadero sentimiento nacional, sino que el regionalismo siguió viviendo debajo de las cobijas. Lo triste es que, si hay algo que de verdad une a los colombianos hoy, mal que bien, es la violencia. Véase la Guerra de los Mil Días para un ejemplo rápido de ello.

Hoy, ya más de un siglo después de la Regeneración de Caro, hemos tenido la oportunidad de ver en vivo y en directo la Catástrofe de la que tanto hablaba Núñez. Quizás esa fue una de las profecías que se cumplen a ellas mismas, según las consecuencias de las acciones del profeta.

Pero bueno, de nuevo se nos presenta otro Regenerador Liberal, el presidente Álvaro Uribe (favor no confundir con Rafael Uribe Uribe).

Y, como no podía ser de otra forma, ya se nos acerca otra Catástrofe anunciada, a pesar de las medidas Regeneradoras y de las mejores intenciones del señor presidente en hacerse reelegir tantas veces como su noble antecesor cartagenero (ambos son ya expertos en el arte de cambiar de camiseta en la mitad del partido), y al parecer también le está cayendo mal el aire de regiones distintas a la suya (con la diferencia de que a Núñez no le gustaba el aire de Bogotá, en cambio a Uribe no le ha sentado bien Cartagena ).

Lo que faltaría todavía es un Miguel Antonio Caro, Conservador de pura cepa, quien muchos creían que iba a ser Fernando Londoño Hoyos, pero se nos chispoteó. Ni modo.



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