sábado, junio 03, 2006
Jamundí
Después de una semana de descanso postelectoral, regresamos. La reciente masacre de Jamundí, como ya sabrán muchos, es quizás el tema que más ha estado sonando después de las elecciones. Siendo así, no podemos dejarla pasar así no más. Esperamos, por una vez, que los culpables no se salven y que tampoco sean castigados los inocentes.
Jamundí fue una masacre porque, según lo que afirmó el Fiscal General Mario Iguarán, no hay manera de decir que fue un "error" lo que más bien parece ser un acierto criminal: Soldados del ejército emboscaron y exterminaron a plena luz del día a un grupo de policías anti-narcóticos, por razones todavía poco claras pero probablemente ligadas al narcotráfico. Todo así lo indicaría, para bien o para mal, y hay bastantes evidencias.
El hecho en sí no sería tanta novedad, viviendo en el país que vivimos y con los militares que tenemos, porque tristemente se han dado ya muchos casos similares donde no todos los criminales son militares, pero sí los suficientes. Recordemos a Guaitarilla, horror que ha dejado su marca en la mente de muchos, sin que eso impida que eventualmente sea archivado y olvidado dentro de unos años, como ha sucedido con tantos otros. La situación nunca será exactamente la misma, desde luego, pero sí hay una lógica común: una lógica de barbárie, de manipulación e impunidad, que nadie ha logrado revertir.
Si no fuera porque ahora la justicia ordinaria (no la justicia penal militar) está tratando de actuar con inusual rapidez en contra de esa tradición colombiana, el hablar de Jamundí sería casi una muestra de masoquismo o de ignorancia. Todavía falta mucho para que Jamundí sea la regla en lugar de la excepción porque no sabemos cuál será el veredicto final, pero por algún lado se empieza si queremos salir de la caverna. Bien por el Fiscal, sus colaboradores, e inclusive por el Presidente, quien no sólo confió desde el principio en la Fiscalía sino que al menos ha evitado evitado reacciones mediáticas anteriores que no son soluciones de fondo (por más que haya quienes las defiendan).
Jamundí fue una masacre porque, según lo que afirmó el Fiscal General Mario Iguarán, no hay manera de decir que fue un "error" lo que más bien parece ser un acierto criminal: Soldados del ejército emboscaron y exterminaron a plena luz del día a un grupo de policías anti-narcóticos, por razones todavía poco claras pero probablemente ligadas al narcotráfico. Todo así lo indicaría, para bien o para mal, y hay bastantes evidencias.
El hecho en sí no sería tanta novedad, viviendo en el país que vivimos y con los militares que tenemos, porque tristemente se han dado ya muchos casos similares donde no todos los criminales son militares, pero sí los suficientes. Recordemos a Guaitarilla, horror que ha dejado su marca en la mente de muchos, sin que eso impida que eventualmente sea archivado y olvidado dentro de unos años, como ha sucedido con tantos otros. La situación nunca será exactamente la misma, desde luego, pero sí hay una lógica común: una lógica de barbárie, de manipulación e impunidad, que nadie ha logrado revertir.
Si no fuera porque ahora la justicia ordinaria (no la justicia penal militar) está tratando de actuar con inusual rapidez en contra de esa tradición colombiana, el hablar de Jamundí sería casi una muestra de masoquismo o de ignorancia. Todavía falta mucho para que Jamundí sea la regla en lugar de la excepción porque no sabemos cuál será el veredicto final, pero por algún lado se empieza si queremos salir de la caverna. Bien por el Fiscal, sus colaboradores, e inclusive por el Presidente, quien no sólo confió desde el principio en la Fiscalía sino que al menos ha evitado evitado reacciones mediáticas anteriores que no son soluciones de fondo (por más que haya quienes las defiendan).
Para reclamos penales, favor no contacte al autor. Seguramente se le practicará la abstención activa.
Cualquier otro tipo de comentario o sugerencia será, por supuesto, bienvenido. Copyright © 2004 - 2005. Algunos derechos reservados por el autor bajo Creative Commons.