jueves, noviembre 10, 2005

Más Allá de las Fumigaciones


Esperando a que avanzaran los desarrollos de las noticias propiamente nacionales, me he encontrado con que en el vecino país del Ecuador por lo visto siguen bastante tensos los ánimos por varios hechos recientes, entre ellos la situación interna de ese país y, como también se ha vuelto costumbre, la continuación de las fumigaciones colombianas cerca de la frontera. Algo, que, junto con los desplazamientos causados por el conflicto interno, prácticamente se resume para ellos (y otros) en dos palabras: Plan Colombia.

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Desde luego, debo decir que considero que esa es una visión simplista y maniquea del asunto, ya que el Plan Colombia no se inventó las fumigaciones ni se inventó el conflicto interno ni el desplazamiento, aunque sin duda que sí representa una continuación de políticas antidrogas cada vez menos creíbles alrededor del mundo, cuyos efectos el Ecuador tiene todo el derecho de cuestionar...pero, desafortunadamente, lo están y lo estamos enfocando como un asunto meramente local, no pasa nada en cuanto a la estrategia mundial antidrogas en sí, no hay un verdadero dinamismo en la discusión.

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Casi nadie está contento, ni siquiera en nuestro vecindario, con esa política y sus resultados. La crítica existe, pero la reacción generalizada es la indiferencia, y no se ha logrado estimular un cambio de rumbo generalizado. Aquí en Colombia el gobierno ahora habla de promover la erradicación manual allí donde sea posible, pero apenas como complemento, y no descarta fumigar los cultivos de coca en parques naturales cuando la situación de orden público lo haga necesario.

Todo eso se entiende, pero no hay una alternativa seria a las fumigaciones porque todos nos hemos quedado estancados dentro del esquema prohibicionista, uno que no sirvió en su momento cuando los EE.UU. lo aplicaron internamente a las bebidas alcohólicas, y menos va a servir ahora en nuestro territorio.

El monopolio del debate en ese sentido se le ha dejado a los extremistas ante el abandono gubernamental de la discusión, o si acaso a los grupos ambientalistas e indígenas, lo que debido a su relativa marginalidad (en Colombia al menos) impide que el tema sea tomado en serio a pesar de su gravedad (porque aunque la mayoría de ellos tengan, en el fondo, buenas intenciones, para parte de la sociedad eso no siempre corresponde a la realidad de las consecuencias prácticas de su discurso, pues no es secreta la simpatía de algunos de ellos con la insurgencia).

Volviendo al Ecuador, el malestar hacia las fumigaciones cada vez se acumula más. Tanto así, que al parecer ya su respectiva Defensoría del Pueblo tiene ganas de demandar a Colombia ante la OEA, a pesar de que supuestamente el presidente Alfredo Palacio había dicho que su gobierno no iba a hacerlo. Supuestamente se iba a esperar a ver si finalmente se realizaba el tan anunciado estudio científico a fondo sobre los verdaderos impactos del glifosato y la fumigación en la frontera, para de una vez salir del enredo civilizadamente y no seguir con el sensacionalismo de los micrófonos. Pero para el caso, el resultado podría ser el mismo, con o sin estudio, parece que nos van a demandar.

Aunque eso lógicamente perjudicaría las arcas del estado colombiano y a nosotros los contribuyentes por extensión, no sería tan mala jugada, si al menos los demandantes se molestasen en llevar a esa instancia u otra la cuestión fundamental de la política antidrogas a nivel regional.

Pero por lo visto lo que está de moda es el descartar que ésto se vuelva un tema regional o internacional, queriendo mantener la discusión entre Colombia y Ecuador, sin involucrar a los otros países y a los Estados Unidos...quienes al fin y al cabo son los principales promotores de la política antidrogas actual, no sólo en Colombia sino en el mundo. Aún en Venezuela, con todo y sus peleas verbales y reales con los EE.UU., el enfoque que tienen es casi igual, sólo que en menor proporción y con poco afán por cambiar de rumbo.

Lo que, en mi opinión, habría que intentar hacer es dejar atrás el egoísmo y el prejuicio mutuo que tanto nos hace daño y disponernos a realizar un debate amplio, internacional y coherente sobre la política antidrogas, sus efectos, sus resultados y sus fallas.

No se trata de lanzarnos hacia una legalización inmediata y sin peros, entre otras cosas porque las "drogas duras" siguen siendo verdaderos venenos, pero hay que reconocer que la política actual está de capa caída. De otro modo, seguiremos buscando paños de agua tibia para resolver cada crisis que se presente, lo que sólo nos perjudicará más, tanto a nosotros como al Ecuador y al resto de los vecinos.




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