domingo, noviembre 06, 2005
El Precio de la Justicia
Precisamente hoy ha empezado la conmemoración en firme de uno de los hechos más complejos de la historia colombiana, la toma por parte del M-19 y la retoma militar del Palacio de Justicia en 1985.
Un hecho cuya significación misma no escapa a las tensiones entre las tendencias políticas del momento, tanto las del 1985 como las actuales. No es fácil olvidar que hace algún tiempo el presidente Uribe y los ex-M-19, cada uno a su manera, han tratado de buscarse reéditos políticos basándose en su propia versión de los hechos.
Pero es más, durante la misma toma, el M-19 creía defender su interpretación de la democracia frente a un establecimiento injusto, y el ejército creía hacer lo propio frente a unos bandidos insurgentes. Quizás ninguno de los dos bandos estaba plenamente en lo cierto, después de todo, ambos son aspectos comprobables de nuestra realidad. Pues de poco valen las intenciones aludidas frente a la simple cronología del fuego, la sangre, el plomo y la impunidad para casi todos los involucrados, de lado y lado.
Al fin y al cabo, ambos contribuyeron a ejemplificar a todo color una triste sentencia que todavía hemos de experimentar en carne propia, día tras día, en diferentes presentaciones: la dignidad de las leyes poco puede hacer ante la crudeza de los hechos. El día en que eso cambie, por fin existirá verdadera justicia en Colombia, haya o no haya también paz para entonces.
Un hecho cuya significación misma no escapa a las tensiones entre las tendencias políticas del momento, tanto las del 1985 como las actuales. No es fácil olvidar que hace algún tiempo el presidente Uribe y los ex-M-19, cada uno a su manera, han tratado de buscarse reéditos políticos basándose en su propia versión de los hechos.
Pero es más, durante la misma toma, el M-19 creía defender su interpretación de la democracia frente a un establecimiento injusto, y el ejército creía hacer lo propio frente a unos bandidos insurgentes. Quizás ninguno de los dos bandos estaba plenamente en lo cierto, después de todo, ambos son aspectos comprobables de nuestra realidad. Pues de poco valen las intenciones aludidas frente a la simple cronología del fuego, la sangre, el plomo y la impunidad para casi todos los involucrados, de lado y lado.
Al fin y al cabo, ambos contribuyeron a ejemplificar a todo color una triste sentencia que todavía hemos de experimentar en carne propia, día tras día, en diferentes presentaciones: la dignidad de las leyes poco puede hacer ante la crudeza de los hechos. El día en que eso cambie, por fin existirá verdadera justicia en Colombia, haya o no haya también paz para entonces.
Para reclamos penales, favor no contacte al autor. Seguramente se le practicará la abstención activa.
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