miércoles, junio 15, 2005

Cuando Soplan los Vientos del Norte...


...hay que escucharlos. Por lo menos eso es lo que se puede concluir de que el gobierno nacional por fin acepte corregir algunos de los problemas de la ley de "Justicia y Paz", que está en la recta final de su trámite, partiendo de las reservas que expresaron varios congresistas y funcionarios norteamericanos.

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Recordemos que desde hace rato se habían expresado dichas y otras preocupaciones sobre el proyecto de ley (el llamado "narcomico", por ejemplo, cuyo destino es impredecible), pero la administración actual más o menos había asumido una posición de "oídos sordos" ante las voces discordantes, hasta que también se pudo oír el toque de diana desde el lejano norte.

No deja de ser irónico que algunas de las correcciones propuestas ya estaban incluidas en ese antiguo proyecto de ley de Rafael Pardo, Gina Parody, Wilson Borja y compañia presentaron, un proyecto que finalmente fue hundido en el Congreso con suma facilidad.

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Ese proyecto anterior no era una panacea, la perfección absoluta, claro que no...pero al menos contaba de por sí con un apoyo internacional y el potencial para crear un concenso político nacional detrás del mismo, hasta el punto que varias de las ONGs de Derechos Humanos más críticas le habían otorgado una especie de aval (obviamente por sus propias razones).

No sé lo que piensen los lectores y visitantes, pero reitero que quizás hubiera sido mejor contar con un poco de ese apoyo y desde ahí plantear una posición firme y coherente ante los paramilitares en la mesa de negociación (los que tendrían que ceder más serían ellos y no el resto de la sociedad, sinceramente)...en vez de tener que enfrentar ahora múltiples críticas nacionales e internacionales, no sólo de ONGs sino inclusive de las víctimas y de la misma prensa, sin tener claro de dónde nos hemos de agarrar para resistirlas...sumándole a eso, claro, que los paras tampoco están muy contentos que digamos, porque no está asegurada su no extradición (aunque al parecer algunos estadounidenses sí han meditado sobre el tema).

Si el proyecto pierde legitimidad internacionalmente, es lógico que va a ser mucho más difícil lograr que tanto a los paramilitares como a los guerrilleros se les permita evadir la extradición a EE.UU. o alguna otra instancia de justicia extranjera (en el horizonte está la futura entrada en plena vigencia de la Corte Penal Internacional para juzgar crímenes atroces cometidos en Colombia). Recordemos que hay diversos intereses en juego, no sólo los de Colombia (y los de EE.UU.), por más que queremos verlo así.

Puede que algunos de los nuevos cambios que, ahora sí, se le van a introducir al proyecto puedan contribuir a calmar los ánimos y a tapar varios de los huecos (ojalá que no sea utilizando el relleno fluido, esperemos)...pero queda la duda de si se podrá desenredar definitivamente el enredo en que ya estamos metidos todos los participantes y observadores de nuestra realidad nacional...incluyendo, no faltaba más, a los mismos gringos.




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