miércoles, marzo 02, 2005

La Vida y la Muerte

Siguiendo un poco con la misma reflexión, creo que vale la pena echarle un vistazo a un artículo de Héctor Abad, a la luz de los crueles hechos recientes y los que permanentemente nos rodean. No es por halagar al autor, que no lo necesita, pero varias de sus conclusiones dicen mucho.

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Pase lo que pase, hoy o mañana, más allá de la necesaria ley de "justicia, verdad y reparación" (o ahora de "justicia y paz"), en algún momento hay que estar dispuestos a perdonar al peor enemigo y, principalmente, a dejar de matarnos entre nosotros. Y eso no es fácil cuando la vida parece valer tan poco.

Perder a un ser querido, a un padre, una madre, un hermano o a un hijo, es una pérdida irreparable, y sólo es levemente atenuada si se consigue algún grado de "justicia, verdad y reparación", si se reduce un poco la dominante impunidad. Ese dolor en vida no se puede imaginar hasta que se llega a experimentar, estoy seguro. Y no sólo por la pérdida en sí, sino por los grotescos métodos empleados.

Y tantos funerales, tantas procesiones fúnebres, producen en las víctimas, en los sobrevivientes, en los siempre presentes desplazados, y tal vez hasta en los observadores, un sentimiento de profunda tristeza, de rencor, e inclusive se va incubando un deseo de tomar venganza, con cierta lógica. Pero es una lógica de la desesperación, de la destrucción propia y ajena, es irracional. Es una lógica más de éste enredado conflicto.

Porque sí, de nuevo, aquí hay terrorismo, de parte de miembros de todos los grupos, pero en medio de un conflicto armado. No se puede negar ninguna de las dos características, es un "terrorismo de conflicto" y un "conflicto terrorista", si se quiere. La eventual solución no puede pasar ésto por alto.

No es ni la primera ni la última vez que se hace referencia al tema. Todo ésto parecen puras palabras, y lo son, claro, pues se han dicho muchas veces.

Pero cada vez somos más quienes las repetimos, y detrás de las palabras hay una intención real y creciente de superar éste conflicto por una vía pacífica, tarde que temprano. Eso debe seguir difundiéndose, por todos los medios, la presión debe continuar, porque a la hora de actuar, es nuestra generación la que desde ya tiene que sobreponerse a nuestra herencia sangrienta y empezar a reconstruir el valor de la vida.

Quién sabe si lo logremos. Nuestra historia no está condenada a repetirse eternamente, siempre hay progresos y retrocesos, y fácilmente se pueden presentar situaciones parecidas...pero es mejor el intentarlo y fallar, que el no hacer nada y resignarnos al nihilismo, a la nada.

Si no se rompe el ciclo de la venganza, las víctimas inocentes del ayer seguirán siendo los agresores culpables de hoy, y las víctimas de hoy serán los agresores del mañana. Llámense guerrillas, soldados, paramilitares o criminales comunes.

Y perderemos todos, con solamente un beneficiario.

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