lunes, marzo 28, 2005

La octava papeleta


Volviendo al ambiente tan conocido pero a veces tan sorprendente de la política nacional, ahora se empieza a oír por los pasillos un nuevo murmuro, el de la posibilidad de introducir una especie de "octava papeleta" (así podría llamarse, haciendo referencia a su antecesora ) en las próximas elecciones presidenciales, se apruebe o no la reelección, para que quienes quieran votar por Álvaro Uribe sean capaces de hacerlo en cualquier circunstancia.

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Y como era de esperarse, ya los políticos empiezan, en su mayoría, a quejarse de dicha opción, considerándola como un hecho que violaría el estado de derecho, que sería inconstitucional, que sería imitar al peruano-japonés Fujimori, etc. etc.

Personalmente no creo que, al menos por ahora, se preste para tanto. No soy abogado, gracias, pero a mi vista, introducir dicha papeleta en sí no sería una violación del orden legal.

En teoría, permitiría que quienes consideren que Uribe debería tener la opción de ser reelegido presidente, expresen su voluntad en ese sentido, así no sea una opción oficial. Sería quizás un acto muy personalista y definitivamente tercer mundista, pero no lo consideraría ilegal o violento .

Hasta ahí, casi todo iría bien. El problema, porque lo hay, ya sería ver qué significado se le quisiera dar al resultado de esa votación, qué validez posterior tendría.

Yo creo que, si nos atenemos al antecedente de la séptima papeleta, su validez real en sí misma debería ser nula, pero simbólicamente sería un elemento muy poderoso de la expresión popular.

Tan poderoso que, ahí sí, dependiendo de la interpretación que le diesen los políticos, las Cortes, y el propio Uribe, podría o bien no suceder nada, modificarse la decisión jurídica sobre la legalidad de la reelección, o en última instancia, romperse el orden constitucional legal.

Porque si Uribe o sus partidarios pretendieran que, sin reelección, él podría seguir gobernando ya que "el pueblo mayoritariamente lo ha expresado así" por medio de ese mecanismo, eso ya sería un acto inconstitucional y autoritario (palabra que sí estaría bien empleada en éste caso, y no en muchos otros) y habría que rechazarlo porque, para bien o para mal, no tendría legitimidad interna y menos aún internacionalmente. Mucho menos que la de un Chávez, con o sin una victoria real en su anterior referendo revocatorio.

No creo que lleguemos a ver eso, pero uno nunca sabe.

Si la Corte Constitucional considerara que dicha votación tal vez le permitiría cambiar su decisión negativa sobre la reelección (altamente improbable) o, (levemente más imaginable) que se volviera a tratar el asunto en el Congreso o por medio de un nuevo exámen de constitucionalidad, se armaría un crisis política menor, de consecuencias imprevistas, pero no se estaría rompiendo con las leyes ni con la Constitución. Pero eso se vería muy raro en la Corte, y tendría pocos precedentes estrictos.

Si la papeleta uribista simplemente sirviera para "dejar constancia" histórica de lo que fue una parte del sentimiento popular del electorado en ese momento, pues entonces, sin dejar de ser una medida polémica, su importancia práctica no sería mucha. Ojalá, si semejante plan llega a prosperar, se quede en éste nivel.

Porque, conociendo cómo somos nosotros los colombianos, en cualquiera de los otros dos escenarios, terminaríamos en un caos de mayores o menores proporciones. Y así dudo mucho que ni siquiera el mismo Uribe ni nadie más pueda pensar en gobernar.



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